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Ryszard Kapuściński: “Para ejercer el periodismo hay que ser buenos seres humanos”

El reportero y escritor manifestó que los medios de comunicación deben buscar soluciones humanas a los conflictos sociales


En algún lugar de África, sentado en un pedazo de tronco de un árbol que murió por el abrasante calor y la falta de agua para nutrirse se encontraba Ryszard Kapuściński, reflexivo, pensativo, mirando y detallando cada cosa que sucedía a su alrededor. Observaba con detenimiento a un grupo de personas que vivían en aquél lugar tan lejano y sombrío, del cual casi nadie conocía y aún no se conoce bien.


En lo lejos estaba yo, cansada por el largo viaje que hice solo por conocer al maestro de maestros, a Kapuściński. Lo contemplé y, un poco nerviosa, decidí acercarme. Lo saludé, me presenté y le expliqué que estaba allí para entrevistarlo y conocer más sobre su vida. Él, con un español un poco rudimentario, amablemente me invitó a sentarme a su lado. La piel de su rostro estaba roja y un poco quemada por los rayos del sol, en su frente se deslizaban gotas de sudor, pero a pesar de tales condiciones sonreía y emanaba una tranquilidad que contagiaba.


Mientras estudiaba a aquellas personas comentó: “Creo que para ejercer el periodismo, ante todo, hay que ser un buen hombre, o una buena mujer, buenos seres humanos. Las malas personas no pueden ser buenos periodistas. Si se es una buena persona se puede intentar comprender a los demás, sus intenciones, su fe, sus intereses, sus dificultades, sus tragedias. Y convertirse, inmediatamente, desde el primer momento, en parte de su destino”. Para este extraordinario hombre el periodismo es empatía, el hecho de convivir con esas personas lo hacía empaparse de sus vivencias y así poder escribir la situación que se vive en medio de conflictos bélicos.


El calor cada vez se hacía más sofocante, Kapuściński, sin quejarse, se secaba el sudor que corría por su frente suavemente. Agregó que el periodismo es una profesión difícil, no denigró a las demás carreras porque cada una tiene su grado de dificultad, pero explicó que el periodismo es algo que ocupa toda nuestra vida y no se puede ejercitar de otra manera que no sea estando en el lugar donde ocurren los hechos. Es ése el verdadero sentido de ser periodista, hay que ser aventurero y tener mucha fortaleza, pero sobre todas las cosas ser humilde y ponerse en el lugar de los demás.


Kapuściński giró su mirada hacia mí e hizo una pequeña pausa. Sonriendo me dijo: “Creo mucho en la suerte”. Este periodista aventurero ha estado al borde la muerte en varias ocasiones por cumplir con su rol investigativo y manifestó que muchos cayeron a su lado y él no. Opinó que es un misterio de la suerte el no haber muerto en esas situaciones tan extremas y eso es parte de la riqueza de la vida.


Con la tristeza reflejada en el rostro expresó que cubrir una guerra como las que se estaban viviendo en África es una responsabilidad muy grande; sin embargo, muchos medios de comunicación solo buscan ganar dinero a través de la desgracia de otros, para ellos lo que importa es vender la noticia olvidando la dignidad humana y la ética periodística. Agregó que tanto los periodistas como los medios de comunicación deben conocer los problemas y motivos de los conflictos y de esa manera buscar soluciones humanas y positivas, difundir un mensaje que promueva la paz, jamás la venganza y el odio.


El agotamiento comenzaba a reflejársele un poco, pues tenía varios días sin dormir más de dos horas, pero aún sin emitir queja alguna finalizó la entrevista con un hermoso mensaje: “El verdadero periodismo es intencional. Se fija un objetivo e intenta provocar algún tipo de cambio. El deber de un periodista es informar, informar de manera que ayude a la humanidad y no fomentando el odio o la arrogancia. La noticia debe servir para aumentar el conocimiento del otro, el respeto del otro. Las guerras siempre empiezan mucho antes de que se oiga el primer disparo, comienza con un cambio del vocabulario en los medios”.


Con este pensamiento de mi maestro Kapuściński, que me hizo reflexionar tanto sobre mi hermosa profesión, me despedí de él, agradecida por haberme hecho redescubrir el amor que siento por el periodismo.


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